Orientación educativa no sexista

UNO DE LOS OBSTÁCULOS con que nos encontramos para el avance de la igualdad entre los sexos en el mercado laboral es “la ausencia de solicitudes de mujeres para determinados procesos de selección o la escasez de mujeres con una formación profesional adecuada a los puestos que se pretenden cubrir”(1).

Partiendo de la segregación horizontal según el sexo de nuestro mercado laboral y siendo conscientes también de las estadísticas de la educación y, más en concreto, de la Formación Profesional en nuestro país, y con la voluntad de desarrollar un papel activo en la transformación de esta situación, la Federación de Enseñanza, junto con la de Industria y el Centro 8 de Marzo de la Fundación 1º de Mayo, de CCOO, hemos constituido un grupo de trabajo cuyo objetivo es “analizar con detalle las razones del mantenimiento de la segregación laboral por sexo en el sector industrial, y abordar medidas que ayuden a superar las barreras que tienen las mujeres en su incorporación y su desarrollo profesional en igualdad en el trabajo”(2).

Empezando el análisis por el ámbito educativo

Las transformaciones que se han dado en nuestro sistema educativo no dejan lugar a dudas: la escuela se ha revelado como un lugar de menor discriminación para las mujeres si tenemos en cuenta las estadísticas que, en todos los aspectos, nos anuncian que el éxito escolar tiene rostro femenino. Ahora bien, otros factores dificultan que las mujeres jóvenes disfruten de los beneficios de ese éxito en términos de obtención de empleo, condiciones de trabajo y salario, y calidad de vida. Muchos de esos factores tienen que ver con el mantenimiento de los estereotipos sociales en relación con el reparto del trabajo y con el papel de las mujeres en el cuidado de hijos y mayores.

Pero también encontramos causas en el propio sistema educativo: fruto de unos mejores resultados académicos y de una menor oferta de ciclos formativos para ellas, entre otras variables, las chicas son mayoría en el Bachillerato, mientras que los chicos lo son en la Formación Profesional por razones inversas(3). Las mujeres siguen siendo mayoría en los ciclos formativos de Imagen personal, Servicios culturales y a la comunidad, Textil, confección y piel, Administración y gestión, Comercio y marketing…, ocupaciones que reproducen roles atribuidos de manera tradicional a la mujer y empleos de baja calidad y remuneración. Son mayoría en todas las modalidades de Bachillerato, excepto en la de Ciencias y Tecnología (45,97 por 100), una modalidad que proporciona más salidas al mercado laboral y mejor colocación. Situación que se repite en el caso de los estudios universitarios, siendo el porcentaje de alumnado femenino menor solo en el caso de Ingeniería y Arquitectura (27,9 por 100).

Y es que el sistema educativo adolece de un compromiso real con el objetivo de igualdad entre los sexos: la consideración de la existencia de la discriminación social de las mujeres y, sobre todo, la importancia de que el sistema educativo la combata, es una cuestión formal, que no va acompañada de la suficiente reflexión y de la implicación personal, colectiva e institucional, sin las que no se pueden acometer las necesarias tareas para superar una realidad discriminatoria. Así, nos encontramos con currículos androcéntricos, que siguen invisibilizando a las mujeres y sus aportaciones en todos los campos del saber humano; se mantienen los estereotipos de género en la interpretación del reparto de trabajo, considerando «naturales» determinados aspectos de una socialización diferenciada de roles en función del sexo. En definitiva, la visión utilitarista y mercantilista de la educación impone unos contenidos motivados por intereses pragmáticos, dejando como mero adorno y sin la obligada planificación las cuestiones relativas a un desarrollo integral y, más concretamente, las relativas a la educación en valores y al cuestionamiento del sexismo y el fomento de la igualdad entre los sexos.

1 En palabras de Isabel Rodero, secretaria de Mujer e Igualdad de la Federación de Industria de CCOO, quien apunta así a lo que expresan las empresas de su sector a la hora de evaluar el cumplimiento de los planes de igualdad.

2 Según expresa Amaia Otaegui, de la Fundación 1º de Mayo. Una exposición más amplia se encuentra en Trabajadora nº 58.

3 Si bien los porcentajes habían tendido a igualarse, las estadísticas del curso 2014-15 vuelven a darnos mayor distancia entre los sexos: los porcentajes femeninos en la participación en FP eran de un 45,7 por 100 en 2004-05, un 47,4 por 100 en 2008-09 y un 42,21 en 2014-15. Muy probablemente la crisis tiene mucho que ver en esto.

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Carmen Heredero

Ex secretaría de Mujer, Igualdad y Política Social FECCOO