“Las Misiones Pedagógicas fue una escuela recreativa, para disfrutar y aprender”

“LAS MISIONES PEDAGÓGICAS. Educación popular en la Segunda República” es el libro que Alejandro Tiana acaba de publicar en la editorial La Catarata (Madrid 2016) con el propósito de recuperar la memoria de aquella extraordinaria iniciativa, aunando el rigor académico con la mayor amenidad para el lector en un formato de alta divulgación.

ALEJANDRO TIANA (Madrid, 1951) es rector y catedrático de Teoría e Historia de la Educación en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). Ha investigado sobre la historia de los sistemas educativos contemporáneos, las políticas educativas, la educación comparada y la evaluación educativa, entre otros temas. Ha ocupado cargos en la UNED y en distintos organismos. Entre los años 2004 y 2008 fue secretario general de Educación en el Ministerio de Educación y Ciencia. 

¿Qué te llevó a emprender este trabajo en torno a las Misiones Pedagógicas?

Este trabajo nace de una propuesta que me hizo mi buen amigo Sisinio Pérez Garzón, catedrático de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha, que trabaja con la editorial Libros de la Catarata, donde está desarrollando una colección. Ni me lo había planteado escribir ahora que tan ocupada tengo mi vida siendo rector, pero Sisinio me convenció diciéndome que sería bueno distraerme un poco de mis obligaciones. Pero la razón de fondo de este libro es que desde hace muchos años me intereso por la educación popular en España, lo cual me ha acercado a las colectividades libertarias durante la Guerra Civil, a la educación de la clase obrera madrileña entre los siglos XIX y XX, y a la Institución Libre de Enseñanza. Entre todas estas tareas he ido encontrando y reteniendo información sobre las Misiones Pedagógicas, que siempre me han atraído como historiador. Tenía mucho material reunido y empecé escribir de un tirón, en un encierro durante la Semana Santa del año pasado en un pueblo de Cáceres, inmerso en un entorno rural.

¿Cómo describirías en pocas palabras el proyecto de las Misiones Pedagógicas?

Las Misiones Pedagógicas fueron un acercamiento entre la cultura del campo y de la ciudad, revalorizando lo que había de cultura en el mundo campesino y acercando al mismo los recursos culturales de las ciudades. No se trataba solamente de llevar la cultura de las ciudades al campo, como a veces se les criticó, sino de promover un encuentro. Este componente cultural procedía de Cossío y otras personas cercanas a la Institución Libre de Enseñanza. El proyecto de las Misiones coincidió con una idea política muy clara, que era desarrollar en el campo una mayor formación y conciencia de lo que suponía vivir y participar en una democracia porque la República encontraba más apoyo en las ciudades que en el campo.

La feliz coincidencia entre cultura y educación marcó el proyecto

¿Cuántos años duraron, cuántas misiones se hicieron y qué alcance tuvieron?

El Patronato de las Misiones se funda por un decreto del 29 de mayo de 1931, inmediatamente después de la proclamación de la Segunda República. Fue una iniciativa que duró los mismos años que la República, con un menor apoyo durante el bienio cedista. La primera misión tuvo lugar en diciembre de 1931 y algunas estaban en curso cuando se produjo el golpe del 36. No siempre hay registros precisos, pero podemos calcular que alcanzaron unas 6.000 o 7.000 localidades. Las actuaciones eran muy diversas: podían ser visitas puntales con actuaciones del Teatro o del Coro del Pueblo, o exposiciones del Museo Ambulante, hasta estancias diarias o más largas a una localidad, llegando a otras del entorno y compartiendo la vida del lugar. Visitaron entre 1.200 y 1.300 localidades y enviaron más de 5.200 lotes de libros a otras tantas. Eran paquetes de unos 100 libros que normalmente gestionaban y prestaban los maestros. Según las cifras que hoy tenemos, las Misiones movilizaron a unas 700 personas. Estaban en Madrid y desde allí desplazaban muchos colaboradores, aunque también tenían con colaboradores locales. Contaban con delegaciones provinciales y con una red apoyo a través de las escuelas normales, los inspectores y los maestros de todas partes.

 ¿Cuál era el perfil de los misioneros?

Tomaron parte en las Misiones Pedagógicas muchos profesionales vinculados al mundo de la enseñanza (más maestros que maestras), directores de grupos escolares, profesores de escuelas normales, inspectores, algunos profesores de instituto y de universidades, y estudiantes universitarios. Además, hubo escritores e intelectuales con una importante presencia como por ejemplo Antonio Machado, Pedro Salinas, Luis Cernuda, María Zambrano, María Moliner, etc.; y artistas como Ramón Gaya o Rafael Dieste, padre del Retablo de Fantoches; y un cineasta de la primera época como José Val del Omar. Los promotores de las misiones procedían de los sectores más inquietos de la renovación pedagógica, del entorno de Institución Libre de Enseñanza y del Instituto-Escuela. Bartolomé Cossío lanzó el reto de llevar la cultura y los mejores maestros al campo. La feliz coincidencia entre la cultura y educación marcó mucho aquel proyecto.

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Las Misiones fomentaron la conciencia y la participación democrática

¿No te parece que los docentes tenemos algo de “misioneros”?

En el mundo de la docencia hay mucha gente con una vocación muy marcada. Cuando uno es educador, tiene que tener una vocación de servicio a los demás, de ayudarles en su formación. La docencia tiene espíritu misionero, en un sentido laico, como laicas fueron las Misiones Pedagógicas. Cuando publiqué como libro mi tesis doctoral sobre la educación popular de la clase obrera madrileña a finales del XIX y principios del XX, elegí como título “Maestros, misioneros y militantes”, coincidiendo un poco con estas ideas.

 ¿Cómo fueron acogidos los misioneros en las localidades a las que acudieron?

Una de las cosas más atractivas que he tenido ocasión de manejar para preparar este libro son las memorias que publicó el Patronato de las Misiones, basadas en los informes que los misioneros redactaron según terminaban sus visitas. Ellos cuentan de manera muy simpática y precisa cómo eran recibidos: con chiquillos dando saltos a su alrededor, gente sorprendida, curiosa, pasiva o recelosa. Había todo tipo de reacciones. En muchas localidades fue la primera vez que veían el cine o escuchaban un gramófono. El cine estaba empezando a ser un espectáculo en las ciudades pero había grandes masas campesinas que solo habían oído hablar de él y que nunca lo habían visto. Conocemos las fotos con caras de asombro y sorpresa que producían estas actuaciones de las Misiones.

Su defensa de la democracia encontraría detractores… ¿no es así?

Sí que hubo detractores. A lo largo de su trayectoria las Misiones fueron objeto de suspicacias y ataques por parte de personas y grupos de derechas. En algunos periodos se les recortó la financiación porque decían que desarrollaban una tarea subversiva. Pretender despertar el espíritu cívico del mundo campesino recibió críticas muy duras, hasta en el Congreso de los Diputados; pero también apoyos importantes. Incluso se manifestaron quejas por los libros que se enviaban a las aldeas. La mayoría eran novelas, pero entre ellas aparecían autores como Émile Zola o Charles Dickens, que algunos rechazaban.

¿Cuáles son, en tu opinión, las aportaciones más originales de las Misiones?

La mayoría de las iniciativas de educación popular en España eran actividades más instructivas que recreativas, casi siempre clases para adultos. Sin embargo, las misiones abordan su función formativa a través de unos canales muy creativos. Lo más original de las Misiones Pedagógicas, en comparación con otras experiencias, fue emprender una tarea educativa más allá del marco estrictamente escolar. Cossío se refirió a ellos como una “escuela recreativa”, que no da lecciones sino que invita a disfrutar de la cultura y del arte, sin pretender una instrucción inmediata sino más bien una tarea formativa de gran alcance. Otro rasgo muy original es su orientación al medio campesino, a pueblos y aldeas pequeñas, mientras que las actuaciones de educación popular se dirigían a los obreros organizados de los entornos urbanos. Estas dos son las aportaciones más originales de las Misiones: su carácter recreativo y su orientación hacia los pueblos más pequeños.

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Hubo una voluntad de borrar la memoria de aquella iniciativa

¿Cabría emprender hoy algún plan de acción educativa no escolar o informal como aquel? ¿O ya no es necesario?

Las Misiones Pedagógicas enlazan con iniciativas que se han desarrollado después en el campo de la animación sociocultural o de la pedagogía del ocio, pero con grandes diferencias. La España en la que aparecen las Misiones estaba empezando acusar el despoblamiento del campo. Durante la República, más del 40% de la población vivía en el campo y se dedicaba a tareas agrícolas. El campo de hoy no tiene nada que ver con aquel y, además, los medios de comunicación han facilitado un acercamiento con las ciudades que antes no existía. En la España de hoy encontramos un interés muy grande por la cultura, aunque no todos los agentes comparten la visión educativa que tuvieron los misioneros. La escolarización y la cultura comparten hoy ministerio, pero son dos mundos que seguramente están más separados ahora que durante el primer tercio de siglo.

¿Has descubierto algo que te sorprendiera en el transcurso de este trabajo?

La escritura del libro me llevó a reflexionar en profundidad sobre la polémica que hubo en torno a si las Misiones Pedagógicas eran o no un lujo, si eran o no lo que necesitaba el campo español, si sus promotores eran unos soñadores… También he descubierto pequeñas historias, como la de un maestro muy activo, José Vicente Cuadrado, que promovió una biblioteca en San Esteban del Valle, en Ávila. Fue fusilado y prácticamente olvidado. Tengo bastante relación con la actual alcaldesa y conozco el lugar, donde se había borrado el recuerdo de aquel maestro. Redescubrir algunas historias como ésta me ha resultado muy estimulante.

Este libro recupera la memoria de aquella iniciativa y al leerlo se advierte que no está dirigido al mundo académico sino a un público más amplio.

Eso es lo que yo quería. Quienes nos dedicamos a la investigación escribimos muchas cosas que se quedan en circuitos muy pequeños. Iniciativas como las Misiones Pedagógicas merecen ser conocidas. He pretendido contar la experiencia con rigor, pero para un público que no sea necesariamente especialista, y espero haber acertado. Hubo una voluntad de borrar de la historia la memoria de aquella iniciativa y, en gran medida, se consiguió. El hecho de que mi libro ayude a descubrir cosas interesantes de nuestra historia, como las Misiones Pedagógicas, es mi mayor satisfacción.

Últimos comentarios

  • Myriam Fraile

    Muchas gracias por este artículo

  • Pedro

    Las Misiones Pedagógicas no han dejado de ser un referente educativo. Por supuesto, cayeron de inmediata bajo la piqueta del franquismo como todo el trabajo que en educación realizó la IIª República.

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Víctor Pliego de Andrés

Catedrático de Historia de la Música en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid