Yo quiero estudiar a las MUJERES cuando vaya a la escuela

CUANDO ENTRÉ EN LA FACULTAD DE BELLAS ARTES, ante mí se abrió un mundo fantástico de largos pasillos y grandes talleres en los que dar rienda suelta a la creatividad. Las personas que dirigían nuestra formación nos aconsejaban que para progresar había que fijarse en los maestros, así que devorábamos las enciclopedias, los monográficos y las revistas especializadas buscando el buen hacer de nuestros antecesores.

En esa búsqueda siempre se cumplía el mismo patrón: él era el afamado artista, ella la magnífica musa. Lo normal. Siempre lo habíamos percibido de esa manera en los libros de texto cuando fuimos al colegio. Hasta que, en una de las sesiones de Historia del Arte, la profesora de dicha materia, como si de una bocanada de aire fresco que se cuela por una ventana que quedó mal cerrada, nos lanzó la atrevida idea de buscar a las mujeres en el Arte; que sí, que en el Arte también las hay, nos desveló. Y entonces se abrió una vereda nueva que enriqueció y completó lo descubierto hasta ese momento.

Nos dimos cuenta de que las mujeres en la Historia del Arte son como esas obras que con el paso del tiempo se han llenado de capas de polvo y que solo la paciente mano de la restauración es capaz de descubrirnos la maravillosa paleta de colores con la que se ejecutaron. Así es como reapareció la pintura Artemisia Gentileschi, tras una limpieza de un “supuesto” cuadro de Caravaggio.

Posteriormente, entré en la enseñanza como podía haber entrado en otra profesión, pues fue ella la que me eligió a mí. Debo reconocer que lo mío no fue vocacional en un principio, y que esa situación me generó muchos dilemas, ya que, en varias ocasiones, me planteé tirar la toalla, aunque siempre había algo que lo evitaba. Hasta que llegó el día en el que comprendí que la docencia era una forma de crear y todo empezó a tener sentido. Comprendí que el arte podía ser la herramienta para enseñar a las niñas y a los niños un lenguaje que les permitiera encontrar sensaciones similares a las que yo había experimentado desde pequeña y que me hacían sentir bien.

Para profundizar en ese lenguaje hay que tener referencias de cómo se expresaron las que y los que lo utilizaron antes que nosotras y nosotros. Pero cuando esa información está sesgada y solo se nos muestra el mundo, el arte, los inventos o las aportaciones que realizaron ellos, nosotras no encontramos el lugar que nos corresponde.

La educación debe contribuir a crear una sociedad igualitaria y un elemento fundamental para ello son los contenidos que se trabajan en las aulas.

Es por eso que yo quiero que las niñas conozcan pintoras a las que imitar, a las escultoras, fotógrafas, grabadoras, cineastas, acuarelistas… a las que emular.

Pero también quiero que los niños descubran la delicadeza de Sofonisba, el ímpetu de Artemisia, la pincelada impresionista de Berthe, el dramatismo de Frida o el colorido abstracto de Sonia. No quiero que los niños, al igual que sus compañeras, se pierdan esa otra mirada de la realidad que es, en definitiva, la que completa a la auténtica.

Últimos comentarios

  • AWelling

    Gracias por los libros

  • Weissgarnix

    Gracias por compartir.

  • GoSmallBiz

    Luis del Pino SOBRE BRECHAS LABORALES: Trabajadores muertos en accidente laboral 2014: Hombres ► 443 Mujeres ► 24 2015: Hombres ► 484 Mujeres ► 31 2016: Hombres ► 445 Mujeres ► 31 2017: Hombres ► 461 Mujeres ► 23 Por qu esta brecha no es un problema y la salarial s?

  • Clea

    Gracias por tu trabajo Gerardo. Hala Madrid!!!

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Helena Cuenca Bertol

Secretaria de Mujer e Igualdad y Formación en la Federación de Enseñanza de Extremadura