Censura parental, embrutecimiento educativo

TE CORTAN ABRUPTAMENTE CUANDO ALGO NO LES GUSTA, te insultan violentamente si das tu opinión, sobre todo si eres mujer; te agreden con todo lo que encuentran, a ver quien la tiene más larga… La discordia, el choque frontal sin argumentos son sus herramientas; generar tensión, ruido y malestar, su especialidad. Nos definen todo el tiempo solo con adjetivos, y el 95% son insultantes y negativos.

Censurar, según la Real Academia de la Lengua, es formar juicio de una obra u otra cosa; corregir o reprobar algo o a alguien; murmurar de algo o de alguien, vituperarlos; dicho del censor oficial o de otra clase: ejercer su función imponiendo supresiones o cambios de algo. Nunca nadie definió tan bien lo que intentan hacer los grupos de ultraderecha y ultracatólicos como Vox, Hazte Oír y Abogados Cristianos, entre otros.

Nos quieren brutos, más brutos cada vez. Quieren llevarnos a esas épocas en las que la educación solo era cuestión de unos pocos. Quienes se lanzan a la calle a imponer su censura utilizan en vano la libertad para imponer sus vetos sin pudor y para nombrarnos y decirnos a nosotros, sobre todo a nosotras, que no tenemos espacio en su mundo, empleando a sus propios hijos e hijas para reproducir, una y otra vez, un tipo de persona hostil, agresiva, nada permisiva y bastante ignorante.

En realidad, el mal llamado PIN Parental no es ni más ni menos que eso, censura. Lo más grave de todo este entramado es que se utiliza a los menores, a los niños y niñas, a los y las jóvenes, sin ninguna consideración. Como si fuesen carne con ojos, cuerpos con bocas que reproducen miméticamente lo que sus padres desean. El derecho es para todos y todas, también para sus hijos e hijas.

No lo vamos a consentir, entre otras cosas, porque el derecho de las familias a la elección de la educación de su prole no está en juego. Lo que está en juego es el derecho a ser educados y educadas en el respeto, los valores democráticos, la igualdad y la libertad a ser, a decidir, a tener pensamiento crítico autónomo y a decidir lo que más nos conviene en función de intereses de bienestar individual y colectivo.

CCOO ya avisó, se movilizó y sigue reiterando las deficiencias del sistema educativo en materia de igualdad, diversidad y freno a las violencias. Quién nos iba a decir que tendríamos que defender a capa y espada la legislación educativa actual que, aún siendo muy tibia en el desarrollo de contenidos para la igualdad, obliga a incorporarla, junto con la diversidad afectivo-sexual y la lucha contra las violencias, como contenido curricular obligatorio.

 

Feminizar la educación

Cada día es más necesario feminizar la educación o, lo que es lo mismo, en palabras de la RAE, incorporar “los principios de igualdad de derechos de la mujer y el hombre”. Y esto solo se puede hacer a través de la Educación con mayúscula, de una enseñanza que preserve el deber de acometer cambios para su consecución. Educar en la diversidad sexual, los afectos, el legado de las mujeres en todas las disciplinas, el espíritu crítico, las ciencias y la tecnología como garantía de igualdad, para que las niñas y las jóvenes encuentren esas disciplinas como vehículo de futuro, el desarrollo sostenible, el medio ambiente, el cambio climático y el feminismo, y para que sustenten el trabajo activo y colectivo para el cambio y la transformación.

Con tanto ruido no hablamos de la situación real de aquellas mujeres que han sido asesinadas en este año

Por más que se empeñen, no vamos a entrar en su lógica rupturista, confrontadora en sentido negativo, en la pelea indigna, en la barbaridad dialéctica, en la bronca. Por más que se empeñen, vamos a seguir defendiendo un mundo mucho mejor para todas y para todos, más para quienes tienen más dificultades y para quienes sufren en sus carnes la discriminación, la exclusión o la agresión.

El profesorado, aun siendo blanco de sus iras, tiene claras sus responsabilidades educativas, es decir, cómo ejercer en las mejores condiciones su profesión, porque para ser docente hay que hacer un grado, una especialidad y todo un proceso de concurso-oposición que habilita para tales competencias. Porque todo el empeño de la ultraderecha está enfocado en hostigar, amedrentar y generar miedo en nuestros compañeros y compañeras docentes que hacen su trabajo en el ejercicio de la libertad de cátedra.

 

Sinrazón

Desde que empezó el veto, no se ha escuchado ni un solo argumento educativo o pedagógico de lo positivo que es no recibir una educación en diversidad afectivo-sexual, o en igualdad entre mujeres y hombres, o contra las violencias. No he escuchado a nadie argumentar pedagógicamente por qué es mejor no recibir esta educación. Y es que no existe ninguna argumentación social, pedagógica ni lógica.

Con tanto ruido no hablamos de la situación real de aquellas mujeres que han sido asesinadas este año, siete en enero, y eso es lo primero que conlleva no recibir una educación adecuada.

 

Profesión docente

Por sacar una reflexión, aunque no es nuestro objetivo desarrollarla, si miramos los datos de escolarización del Ministerio de Educación y Formación Profesional, el 50,3% son niñas frente al 49,7%. De hecho, en educación universitaria el 55,2% son mujeres. Que alguien diga que no es necesario dar un cambio en el sistema educativo1.

No es entendible que esta cuestión no alarme poderosamente y las familias no salgan a la calle a reivindicar que sus hijos e hijas reciban su educación en las mejores condiciones

Del personal docente, el 71,9% son mujeres. La distribución nos da pie a hacernos una idea bastante clara de la cuestión si analizamos las diferentes etapas. En infantil, el 97,6% son mujeres; en Primaria, el 81,4%; y, según vamos avanzando en la etapa educativa, el porcentaje va disminuyendo2. En la Universidad se reduce hasta el 41,8%, si bien ha aumentado desde 2007-2008, cuando se situaba en un 36,4%3. Estas cifras son una radiografía bastante clara de la feminización del sector y de la importancia que tiene librar esta batalla de la igualdad.

 

Éxito

Si miramos la tasa de abandono temprano, las mujeres representan el 14% frente al 21,7% de hombres. Es decir, cada vez son más las que se forman y egresan, así que el éxito educativo en las mujeres es un hecho irrefutable4.

Ahora bien, si miramos la tasa de paro, las cosas cambian. De 25 a 64 años, la tasa de paro para las mujeres es de 16%, cuatro puntos por encima de los hombres. Y esta realidad no es mutable, cambiable ni matizable. Las mujeres estudian en mayor número, acaban sus estudios y luego trabajan en menor medida5.

Los datos que ha sido imposible conocer son los de la brecha de cuidados. No podemos saber quiénes sostienen las licencias por cuidados y aquí es donde podemos tener la mayor contradicción. Quienes suspenden su relación contractual para dedicarse a ello suelen ser las mujeres, lo que va en detrimento de su desarrollo profesional.

 

Precariedad

Cabe recordar que, en España, el 13% de personas que trabajan son pobres, donde casi 2,5 millones de trabajadores y trabajadoras ingresan menos de 8.400€ anuales. Además, según los datos de la última Encuesta de Población Activa, casi 3 millones de personas trabajadoras tienen empleo a tiempo parcial y 4,9% contrato temporal, entre quienes salen más perjudicadas las mujeres.

A pesar de los esfuerzos de CCOO, este ejemplo viene al caso para poner de manifiesto la situación de las y los trabajadores de la privada, cuyos salarios están por debajo de lo acordado en el IV Acuerdo Estatal de Negociación Colectiva (AENC). En la enseñanza privada, el 80% de los puestos de trabajo se pierden en verano, lo que deriva en la rotación de plantilla, la inseguridad laboral, las bajas retribuciones, la temporalidad y la parcialidad.

En este ámbito, uno de los más vapuleados es el de la Educación Infantil. El 90% de las trabajadoras del sector es pobre, su sueldo no representa el 60% del salario medio y apenas supera el SMI. Durante los últimos 7 años han tenido el salario congelado y en algunos casos la devaluación ha llegado hasta el 20,75%6.

No es entendible que esta cuestión no alarme poderosamente y las familias no salgan a la calle a reivindicar que sus hijos e hijas reciban su educación en las mejores condiciones, y eso pasa por dignificar la profesión de estas mujeres en concordancia con las funciones que desarrollan. Sobre todo, porque tapan el hueco de la brecha de cuidados, son ellas quienes atienden a los hijos e hijas de quienes van a trabajar por salarios bajos y malas condiciones. La pescadilla que se muerde la cola.

No veo a esas familias de ultraderecha solicitar mejores condiciones para quienes tienen la ardua tarea de educar a sus hijos e hijas en todas sus etapas evolutivas, no los veo respetar a quienes educan, enseñan, apoyan, acompañan a sus hijos e hijas en todos esos momentos en los que ellos no están ni se les espera.

La censura no cabe en educación. ¡No vamos a permitirlo! Nos tendrán enfrente con seguridad, con serenidad, pero firmes en la defensa. La educación será feminista o no será educación. Más feminismo es más educación.

Escribir comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Autoría