El coronavirus no afecta a todas las personas de la misma manera

LA DESIGUALDAD EN SU MANIFESTACIÓN MÁS VIOLENTA QUE ES LA POBREZA ha matado ya, a lo largo de lo que llevamos de siglo, a más personas que cualquier virus mortal. La emergencia de salud pública provocada por el Coronavirus va a tener un gran impacto sobre la vida de los menores y las menores en situación de pobreza, y sus entornos familiares.

Nadie elegirá por propia voluntad la vida de un esclavo”.

ESQUILO

 

Familias ya en situación especial de riesgos y pobrezas antes de que estallara esta crisis sanitaria. Sin embargo, el Banco Central Europeo, en boca de su presidenta Christine Lagarde, ya ha recomendado como medida ante la crisis económica que se avecina apretar más el cinturón a los trabajadores y trabajadoras, a través de la subida de algunos impuestos –como el IVA– y algunos ajustes económicos sobre el ya de por si debilitado Estado de Bienestar. Supongo que para salvaguardar la riqueza, de los muy ricos. Una burla al estado de desigualdad y pobreza en el que viven ya millones de personas.

El Gobierno de coalición PSOE y Unidas Podemos, a pesar de las expectativas sociales levantadas y de los planes para atajar la desigualdad y la pobreza, aún no ha hecho efectivas medidas reales. No debe olvidar que en España existen algo más de dos millones y medio de niños y niñas en situación de pobreza, siendo el segundo país de la Unión Europea con más pobreza infantil. Sufren privaciones que les impiden acceder a una vida digna. Familias monoparentales con hijos e hijas, en situación de pobreza; trabajadores y trabajadoras con sueldos que no les permiten superar una pobreza que se va haciendo crónica, y que en la mayoría de los casos no reciben prestación social alguna constituyen, cada vez más, un importante grupo social de desposeídos y desposeídas, cuyo único sostén han sido las organizaciones no gubernamentales, aún sabiendo que hay que analizar el impacto de programas con una cobertura insuficiente, ante un Estado ausente por las políticas de recortes de los gobiernos neoconservadores (PP) que durante una década han agravado y extendido, de manera imparable, la lacra de la pobreza.

Estas familias y estos niños y niñas son los que van a notar realmente el cierre de las escuelas e institutos así como de las actividades y de la ayudas socioeducativas que les ofrecen cada día algunas expectativas de vida. Estas personas son las que necesitan atención pública, prioritaria, por parte de la Administración.

Los medios de comunicación y expertos y expertas ya nos han contado las bondades del aula virtual y la importancia de la dotación tecnológica de los centros, así como de la formación del profesorado en el ámbito de las nuevas tecnologías. La información que todavía no hemos leído ni escuchado es la del impacto que el cierre de escuelas e institutos va a tener sobre la población empobrecida, la menos favorecida, aquella que, en una situación de “normalidad” viven un día a día de riesgo social y económico. Para estos niños y niñas y sus familias, el centro educativo es un referente social, cultural y educativo que incluye actividades extraescolares, complementarias, curriculares, y además les garantiza una o dos comidas dignas al día.

Las administraciones del Estado: Gobierno de la nación, comunidades autónomas y ayuntamientos deben articular un plan conjunto con medidas claras e inversiones finalistas para los niños y las niñas desprotegidas, así como para sus familias. El plan de acción debe garantizarse a través de políticas públicas y sustentarse en la justicia social, la equidad, la cooperación y la solidaridad. Y debe desarrollarse en frentes tan importantes como el de la alimentación, la educación, la salud y la higiene. El mencionado plan debe tener como prioridad crear y fortalecer una red de atención domiciliaria, y cualquier otra medida que se considere efectiva, compuesta por equipos interdisciplinares con recursos humanos y materiales que le faciliten la acción sobre el terreno.

La política nunca debe olvidar la necesidad de perfeccionarse éticamente y convertirse en una herramienta contra el autoritarismo económico que propicia, cada vez más, un Estado del Bienestar solo para una minoría. Hay que fortalecer una estructura de protección social ambiciosa capaz de paliar la inequidad inaceptable a la que nos ha llevado la dominación de las leyes del mercado y la especulación que campan a sus anchas. Es hora de dignificar la política con un gobierno de izquierdas. Si ésta no es capaz de derribar jerarquías tóxicas no es política, es el látigo contra la esperanza de abrir una nueva era de igualdad, cooperación y solidaridad.

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Pedro Badía

Secretario de Política Educativa, Infancia e Institucional de FECCOO