La educación en situación de emergencia humanitaria también necesita de perspectiva de género

EL 11 DE OCTUBRE SE CELEBRA EL DÍA INTERNACIONAL DE LA NIÑA. En la actualidad existen mil millones de niñas menores de 18 años en el mundo. Según datos de la ONU, cada año de educación secundaria que cursa una niña hace que su capacidad de obtener ingresos aumente hasta en un 25%. Si todas las niñas y todos los niños terminaran la enseñanza secundaria, 420 millones de personas podrían salir de la pobreza, lo que beneficiaría a varias generaciones.

Actualmente hay 75 millones de niños y niñas de entre de 3 y 18 años en situación de crisis humanitaria que necesitan asistencia educativa con urgencia. Más de un tercio de los chicos y chicas en edad escolar que no van al colegio están en países afectados por conflictos armados donde las niñas tienen una probabilidad 2,5 veces mayor que los niños de no ir a la escuela primaria y un 90% más de quedar fuera de la escuela secundaria que sus iguales de entornos más estables, según datos de la Red Interagencial para la Educación en Situaciones de Emergencia (INEE) de la ONU.

Las niñas son las que más sufren en zonas de conflicto bélico o emergencia humanitaria. En este contexto, INEE ha presentado un informe en forma de nota de orientación para la “Educación en Situaciones de emergencia sobre equidad de género en y a través de la educación”, que proporciona estrategias para garantizar que tanto los niños como las niñas, mujeres y hombres que viven en zonas de crisis humanitaria o conflicto bélico disfruten de protección y educación de calidad.

Las niñas pueden ser objeto de ataques por el mero hecho de intentar ir a la escuela, como el intento de homicidio de Malala Yousafzai en Pakistán y el secuestro de niñas Chibok en Nigeria, y están expuestas a un mayor riesgo de matrimonio infantil, trata, embarazo precoz y otras formas de violencia de género. Además, en cuanto a los niños varones, según un informe de la UNESCO, los hombres con menos educación son más propensos a tener puntos de vista discriminatorios sobre el género, tienen más probabilidades de ser violentos en el hogar y menos de participar en el cuidado infantil.

La Red Interagencial para la Educación en Situaciones de Emergencia denuncia que existe un aumento significativo de ataques a niñas que intentan acceder a la educación. También se ha incrementado el uso de escuelas con fines militares y los ataques dirigidos específicamente a los colegios, donde profesorado y estudiantes pueden ser víctimas mortales. La presencia de grupos armados en la escuela hace que las niñas sean particularmente vulnerables a todas las formas de violencia de género y ellos, al reclutamiento forzoso como niños soldado.

 

Educación de calidad como derecho

Según el informe de INEE, la educación de calidad, que es lo que primero desaparece en entornos de violencia o extrema carestía, es precisamente la principal herramienta para romper los ciclos de conflicto, redefinir las normas de género y promover la tolerancia y la reconciliación.

La educación debe entenderse como un derecho humano y no como un mero servicio o incluso un lujo en contextos en que, en muchos casos, se entiende que lo importante es únicamente salvar vidas. Para ello hay que hacer hincapié en que el género nos afecta a todos y a todas, y en particular a la educación. En este sentido, una educación con perspectiva de género es “protectora”, porque facilita la recuperación pacífica y sostenible.

Para este fin habría que analizar la situación educativa de cada contexto desagregando los datos por sexo e involucrar a los estudiantes, ya sean chicos o chicas, en el trabajo por la equidad de género. INEE, además, propone mejorar la educación en situación de emergencia en cinco puntos claves:

  • Fomento de la participación comunitaria.
  • Mejora del acceso y ambiente de aprendizaje.
  • Mejora de técnicas de enseñanza y aprendizaje.
  • Formación de los maestros y maestras.
  • Generación de políticas educativas inclusivas.

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Estefanía García Díaz

Especialista en comunicación para el cambio social