La evaluación del profesorado y la angustia del neoliberalismo

En una situación de recortes, buena parte de la labor docente es empujada hacia angustiosos ciclos de rendimiento y productividad asociados a dispositivos de evaluación.

ES UN ERROR CONVENCIONAL DEFINIR EL NEOLIBERALISMO COMO UN RETORNO AL LIBERALISMO DEL LAISSEZ FAIRE, como un retroceso del Estado frente al mercado. El neoliberalismo es, en cambio, una lógica de gobierno de las sociedades con un Estado profundamente intervencionista.

El problema es que no se interviene para garantizar derechos universales, redistribuir la riqueza o cuidar de los servicios públicos para cumplir fines de interés general, sino para intervenir a favor de élites económicas, crear situaciones de mercado, promover la competencia en todos los ámbitos, no solo privatizar, sino hacer que lo público se gestione como empresas privadas e intentar que los individuos se comporten como emprendedores que rivalizan entre sí (1).

La enseñanza ha sufrido el embate de esta racionalidad por varios flancos: en su modelo de financiación, en la externalización de servicios, creando rankings de centros, introduciendo el espíritu emprendedor y la “empleabilidad” como fines de la educación (LOMCE), desplazando asignaturas consideradas no rentables e introduciendo técnicas de evaluación competitiva.

Dichos métodos de evaluación cuantitativos y competitivos tienen un origen bastante prosaico: son un punto de cruce entre las técnicas de gobernanza y la nueva gestión empresarial. Las redes público-privadas de organización, que someten a instituciones públicas a medios y fines empresariales (2), promueven resultados evaluados por agencias de calificación y organismos de peritaje, bajo estandartes como la calidad o la excelencia. A ellas se unen las recetas del nuevo management, que concibe a los trabajadores como inversores de su propio capital humano, competidores autónomos que buscan el rendimiento y los fines de la empresa como parte de su realización personal.

El asedio de la lógica del mercado

En las universidades españolas, los principales programas de evaluación del profesorado, los títulos y los centros, son realizados por la ANECA. Acceder a la promoción laboral y al reconocimiento académico depende en gran medida de las evaluaciones del profesorado y las certificaciones emitidas por esta agencia. En el programa ACADEMIA, por ejemplo, lo que se valora es la acumulación de publicaciones en revistas de impacto.

El problema no reside en el supuesto intento de ofrecer criterios de acceso y promoción objetivos, sino en la naturaleza acumulativa, cuantitativa y comparativa de las evaluaciones. Una vez que el acceso a la estabilidad laboral, la promoción y el reconocimiento dependen de la competición en la producción de cifras, se nos está solicitando establecer a estas como prioridad frente al contenido que hay detrás de ellas o a la propia docencia. Así, la investigación se convierte en una abstracción numérica, solo visible en rankings e índices, la calidad se redefine como competición y el trabajo del investigador docente se comprende como rendimiento.

La propia identidad del profesional, o los conocimientos que se buscan, quedan condicionados por esta acumulación de méritos mensurables (3). Como ha denunciado el colectivo INDOCENTIA, la docencia universitaria se ha redefinido como una carga, una actividad de segunda que hay sostener para dedicarse a lo importante: la competición por publicar y conseguir proyectos y contratos. El conocimiento se ha sometido a indicadores de productividad y se orienta a las necesidades del mercado (4). Y su lógica asedia a la enseñanza como institución pública.

El docente queda entonces expuesto al nuevo management y al discurso del emprendimiento, promovido desde organismos europeos, ministerios o universidades

Sujeto del neoliberalismo

El docente queda entonces expuesto al nuevo management y al discurso del emprendimiento, promovido desde organismos europeos, ministerios o universidades. Se pone en marcha el empresario de sí mismo, esto es, el modelo de sujeto del neoliberalismo. Este arquetipo de individuo operaría en cada ámbito de su vida como un inversor en busca de oportunidades de ganancia, un emprendedor que pretende adelantarse al resto accediendo antes a información valiosa (5). Independientemente de si sus condiciones laborales y sociales son particularmente hostiles, desde este modelo se nos interpela para leer todo destino en términos de responsabilidad individual. El trabajo se concibe aquí como algo indiferenciado de la vida personal, de su tiempo y su espacio, donde el compromiso con la empresa y el máximo rendimiento se sostienen como motivaciones del propio individuo (6).

En una profesión como la docente, que precisamente desempeña, desde siempre, buena parte de su labor más allá de las paredes del centro, todo momento y todo lugar son susceptibles de invertirse en esa producción de cifras, necesaria para estabilizarse, promocionar, acceder al reconocimiento y tener una identidad profesional. En una situación de recortes, precariedad, aumento de tareas administrativas y reformas legales que intentan individualizar las relaciones laborales, buena parte de la labor docente es empujada hacia angustiosos ciclos de rendimiento y productividad asociados a dispositivos de evaluación.

En el campo de la salud laboral, estas situaciones ponen luz sobre el crecimiento del burnout, la depresión y demás problemas de salud contemporáneos. En un escenario donde el rendimiento es un compromiso personal, el medio laboral es conducido hacia una competición sin límites donde nada es estable y seguro, y donde la incapacidad para responder a demandas ilimitadas es interpretada, no como injusticia colectiva, sino como responsabilidad individual, donde la ansiedad y la angustia entran en juego como límites de la vida frente a la espiral productiva (7) (8).

  1. Laval y Dardot (2011). La nueva razón del mundo. Barcelona: Gedisa.
  2. Brown, Wendy (2016). El pueblo sin atributos: la secreta revolución del neoliberalismo. Barcelona: Malpaso.
  3. Amigot Leache, y Martínez Sordoni (2013). “Gubernamentalidad neoliberal, subjetividad y transformación de la universidad. La evaluación del profesorado como técnica de normalización”.
  4. Véase Colectivo INDOCENTIA: http://indocentia.blogspot.com/.
  5. Foucault, M. (2007). El nacimiento de la biopolítca: Curso en el Collège de France (1978-1979). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
  6. Fernández Rodríguez (2007). El discurso del management: tiempo y narración. Madrid: CIS.
  7. Han (2010). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.
  8. Ehrenberg (1998). La fatiga de ser uno mismo: depresión y sociedad. Buenos Aires: Nueva Visión.

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