¡Actuar después de muerta!

 

MARÍA CALLAS MURIÓ EN 1977. Tenía 53 años y su prematura desaparición consolidó la leyenda. Su arte, su vida personal, sus geniales interpretaciones y sus grabaciones agigantaron el mito. Son una legión quienes hubieran querido verla en directo.

En respuesta a sus deseos, la moderna tecnología ha resucitado a la Callas, devolviéndola a los escenarios casi medio siglo después de su óbito. La magia del holograma ha impulsado un espectáculo de ilusionismo estrenado en Londres en 2018. Recaló en Madrid hace algunos meses inaugurando el Gran Teatro Bankia Príncipe Pío, un espacio madrileño reconquistado para 1.200 espectadores, que vio interrumpidas muchas de sus funciones a causa de la cuarentena.

El recital cuenta con la participación de la Orquesta Sinfónica de Bankia, agrupación constituida por 20 jóvenes músicos de carne y hueso, bien sincronizados con la fantasía digital, bajo la dirección artística y musical de José Sanchís. La proyección de algunas escenas documentales entre las arias completa la función. Cabría aprovechar el sistema para añadir sobretítulos con traducción de las arias para los más legos.

El concierto holográfico es un espectáculo que abre nuevos horizontes. Aún hay diferencias con un recital en directo, aunque estoy convencido de que los avances tecnológicos harán que estas no tarden en desaparecer, confundiendo vida y sueño. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción… Se ha realizado un gran trabajo de digitalización para recuperar y separar la voz de las grabaciones históricas que no suprime del todo cierto “efecto micro” y de sobrexposición en
la voz. La imagen es verosímil y corpórea. ¡Sus pasos se escuchan!, aunque la fantasmagoría surge y desvanece en el éter. Los intérpretes vivientes velan, con desigual fortuna, para que los saludos se correspondan con los aplausos. Otros difuntos que han subido a los escenarios son Tupac, Billie Holiday, Whitney Houston, Roy Orbison y Amy Winehouse.

Los espectáculos en directo se tendrán que reinventar una vez más. Ya lo hicieron con la aparición del cine, la alta fidelidad, la televisión y las redes.

Hoy nada es igual que antaño; mañana nada será como hoy. Los pintores también reconsideraron su papel ante la fotografía. Se explica muy bien la magnífica exposición que he visto en el Museo Thyssen de Madrid. La Nao de Amores y la Compañía Nacional de Teatro Clásico nos han recordado recientemente desde la escena que Inés de Castro reinó después de muerta, como ahora reina la Callas. Un aspecto inquietante de esta poderosa invocación son los derechos morales, legales o económicos que se deriven del trabajo profesional que podamos ejercer después de la vida. ¿Quién mueve esos hilos desde el Más Allá? ¿Cómo se redacta un testamento digital? ¿Qué pensaría La Divina de su holografía si pudiera verla? ¿Daría ella su aprobación?

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Víctor Pliego de Andrés

Catedrático de Historia de la Música en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid