El impacto digital del teletrabajo

 

TRAS EL CONFINAMIENTO EN CASA POR LA IMPREVISTA LLEGADA DEL COVID-19, se ha optado por posibilitar preferentemente quedarse en casa trabajando a un gran número de personas, antes de poner en riesgo la salud en los centros de trabajo.

El rápido desarrollo tecnológico y las innovaciones en la actual sociedad de la información están modificando la manera con la que hemos de desarrollar nuestra actividad laboral, siendo el sector de las telecomunicaciones decisivo, al permitir el acceso al puesto de trabajo, sin necesidad de la presencia física del trabajador y surgiendo así una nueva forma de interacción laboral que se conoce como «teletrabajo» (TT).

Sin embargo, esta opción no va acompañada de las medidas de igualdad, salud laboral y prevención que debieran ser exigibles en empresas y administraciones públicas, al ser una situación de emergencia que no ha exigido acuerdo ni formación para que se tengan unos conocimientos básicos sobre el teletrabajo. El desarrollo del teletrabajo en España ha sido de los más bajos de Europa, siendo más el número de mujeres que hombres quienes lo desempeñan, a excepción de lo que ocurre en 8 países. Resulta paradójica la falta de perspectiva de género en el teletrabajo y el intento de ver en este una medida de conciliación, sin tener en cuenta ninguna prevención añadida que el estar en el hogar y sin medidas reales de corresponsabilidad.

El peso cuantitativo del teletrabajo empieza a ser relevante en nuestro país y el proceso de cambio tecnológico parece irreversible, por tanto, el teletrabajo, así como otras nuevas formas de organización del trabajo influidas por los cambios tecnológicos, serán una realidad cada vez más relevante en el mundo laboral. Se trata de un proceso imparable.

 

Salud laboral

Desde una perspectiva propia de salud laboral, esta modificación de la organización del trabajo conlleva riesgos, aunque también puede presentar aspectos positivos desde un enfoque puramente preventivo. La virtud más reseñable y plenamente constatable es la reducción de la probabilidad de sufrir un accidente in itinere, asociado a la reducción o eliminación de los desplazamientos diarios entre el domicilio y el centro de trabajo. No obstante, son varios los riesgos propios que se presentan.

Por un lado, tenemos el peligro de aislamiento por el menor contacto con los compañeros y compañeras de trabajo. Es este uno de los más frecuentes, lo que hace conveniente implantar ciertas medidas que eviten el riesgo de reducción de los niveles de interacción social. Las posibilidades son variadas, y van desde la obligatoriedad de trabajar varios días en el centro de trabajo hasta el establecimiento de reuniones con una cierta periodicidad. Las nuevas tecnologías de la comunicación e información, pueden permitir la disponibilidad de 24 horas. Esto también puede generar sobreexplotación y abre la puerta a nuevos riesgos de carácter psicosocial, como son el tecnoestrés.

Estos riesgos psicosociales, que sin duda son los más relevantes, no se reflejan en los convenios o acuerdos a través de medidas preventivas. Parece necesario incluir nuevas formulaciones de desconexión digital para impedir que el trabajo se desarrolle más allá de los horarios acordados, dentro de los procesos de negociación colectiva que aborden el teletrabajo.

 

Conciliación

Otro de los riesgos que presenta el teletrabajo y el cual afecta a la conciliación y a la corresponsabilidad, es la dificultad para separar el trabajo de la familia. Lo que habitualmente son dos lugares distintos, asociados a conceptos y vivencias diferentes (trabajo, competitividad, esfuerzo frente a descanso, ocio, vida privada), se convierten en uno solo. Este riesgo, que como el anterior está condicionado por la disponibilidad de la jornada de trabajo, también puede ser abordado desde instrumentos como la desconexión digital.

Debemos señalar también que es fundamental abordar la perspectiva de género en la modalidad del teletrabajo. Existe una buena legislación para conseguir avanzar en igualdad en nuestro país, siendo fructífera en el tiempo, pues se ha ido desarrollando a lo largo de los años. Es indispensable usar estas herramientas para mejorar situaciones en la sociedad y en el ámbito laboral, y conseguir progresar más rápidamente hacia la igualdad entre hombres y mujeres. La desconexión digital se convierte, por tanto, en una herramienta imprescindible para evitar los riesgos psicosociales emergentes del teletrabajo y para revertir los efectos que una disponibilidad horaria continua puede tener sobre la conciliación y la corresponsabilidad en la vida familiar.

En un contexto histórico como el actual, donde la precarización y la flexibilidad se están imponiendo en las relaciones de producción, se hace imprescindible una perspectiva de salud laboral y género en el teletrabajo.

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Riki Rosa

Sindicalista de CCOO Enseñanza, Andalucía.