Qué bonita vocación

CUANDO ESTUDIABA PARA SER TÉCNICO DE EDUCACIÓN INFANTIL, una profesora nos dijo que era un trabajo vocacional y que si queríamos hacernos ricas teníamos que dedicarnos a otra cosa. Solo quería un trabajo que me gustase y lo conseguí.

Educadoras invisibles

TRABAJO COMO EDUCADORA Y VIVO EN LA POBREZA. No es explícita, ya que “por suerte” tengo trabajo y cada mes me ingresan un sueldo de 930 euros brutos, con un aumento después de diez años congelado, el cual muchas ni notaremos por tener complementos absorbibles. Es una precariedad disfrazada de dignidad. Sobrevivir se ha convertido en nuestra cotidianidad.